TESTIMONIO #060
Quiero dar gracias al Señor por los maravillosos regalos que me ha hecho:
En el fin de semana pasado he vivido mi primer retiro de «Renovados en el Espíritu» con el padre Salvador y la Comunidad Somos hijos de Dios.
Quiero dar muchísimas gracias al Señor por poder asistir, al padre Salva y a todo el equipo por todo, desde cuidar el mínimo detalle y la gran delicadeza en la preparación, oraciones y acompañamiento a lo largo de estos tres días.
Es difícil describir con palabras lo que se siente, cómo se vive una experiencia así. Simplemente hay que vivirla. El Señor ha sido muy generoso conmigo.
Soy bastante racional, intento controlar todo y pienso de continuo. He llegado al retiro cargada de tristeza, atacada de pensamientos negativos, que el enemigo metía a mi cabeza. En la oración de Efusión del Espíritu Santo, por primera vez he sentido el descanso en el Espíritu. Luego, no sé de dónde, parece que se habían abierto las compuertas de mi ser y lloré a mares. Había experimentado un gran alivio y una paz profunda, así el Señor me liberó de mis cargas.
Pensaba que esto era todo y me sentía muy bien y muy agradecida al Señor. Pero al día siguiente me esperaba otro gran regalo.
En la oración de Luz y Misericordia el Señor me regaló una experiencia única y maravillosa. En el fondo de mi ser yo me sentía como huérfana, sobre todo me costaba mucho dirigirme a Papá como a alguien que me quiere y que todo puede, como si no tuviese derecho de insistir y pedir. Cuando rezaba el Padrenuestro, sentía que el Padre estaba muy alto y muy lejos. El Señor me regaló una experiencia de verme como una niña pequeña en sus brazos. Y en mi corazón escuché las palabras «Te he recuperado» y «Ahora todo va a ser nuevo en tu vida».
Y así me siento, como hija de Dios; cuando me dirijo a Él, me siento suya y que el Papá me quiere y le importa mucho mi vida.
En las dinámicas que hemos hecho en el retiro he visto cómo el Señor nos utiliza para ayudarnos mutuamente; el Espíritu Santo nos inspira, solamente hay que escucharlo.
Todavía estoy en proceso de asimilar todo lo que he vivido. Como ha dicho el padre Salva, hemos recibido más de lo que hemos percibido. Ya he notado un gran cambio en mí; ahora estoy abierta a las bendiciones del Papá, a todo lo que Él quiere darme a mí, y a través de mí a todos a quien quiero y por quien rezo.
Muchas gracias al Señor Jesús por llevarme a nuestro Padre Celestial, muchas gracias al Espíritu Santo por todo lo que me ha permitido vivir. Muchas gracias al padre Salva, y al equipo, a Adriana, Teresa, Alejandra, Sergio, Alejandro y a todos, que no conozco los nombres, por su servicio, su calidez humana, sus oraciones.
¡Gloria por siempre al Señor Jesús! Bendiciones para todos, ¡un abrazo en Cristo!
Mila, hija de Dios.