TESTIMONIO #197
Comparto con vosotros las maravillas que el Señor me concede contemplar por su infinita Misericordia.
Hace un tiempo, recé por un quiste que mi madre tenía en el pie, y que le causaba un fuerte dolor. En esa oración, el dolor se fue, excepto en un punto. El tamaño seguía igual y el médico le dijo que era necesario operar.
El otro día recé de nuevo por su sanación pues, además, se le había hinchado el pie. Al rezar, su pie se deshinchó y le bajó el dolor que aún tenía. Le dije que creyera en la sanación, que el Señor estaba obrando y que iba a continuar haciéndolo, que declarase con fe la sanación y que Jesús está Vivo.
Los días posteriores, el quiste se redujo mucho, siendo testigo de esto la podóloga (y yo). Ahora, queda un pequeño quiste y un dolor de 5 en un punto concreto.
La verdad es que es impresionante como, después de una oración, el Espíritu Santo sigue obrando.
Ahora toca seguir rezando para que no le tengan que operar. Ese pie se lo operaron hace años, y se lo dejaron mal después de la intervención quirúrgica. También, tiene artrosis en la cadera, y el miércoles no podía andar bien.
Recé por ella y el dolor disminuyó en ese momento. Al día siguiente, ya no tuvo que tomar medicación, porque se mantenía la sanación.
¡¡Grande es la Misericordia del Señor!!
¡¡Gloria a Dios por siempre!!
Una hija de Dios.