Una Parroquia en Reconstrucción

Crónicas Después de la DANA:

No es tan fácil poner en palabras el diario vivir de la parroquia pero voy a intentarlo. Hay algo en el aire, en cada rincón de este lugar, que refleja tanto las marcas de la tormenta como la esperanza que queda en pie. Le llamaremos Crónicas después de la DANA, porque este es el testimonio de una comunidad que, a pesar de las pérdidas y el caos, sigue adelante, resistiendo y confiando.

La DANA que tomó por sorpresa, y causó tantos estragos también entre otros nos dejó sin los instrumentos de música, y sin los libros que Don Salvador Romero ofrecía en los retiros dedicados a la nueva evangelización.
Los espacios que antes resonaban con alabanzas y palabras de fe hoy están invadidos en otros asuntos, aunque la fe y la esperanza se mantienen vivas.

Lo que la tormenta intentó llevarse, el espíritu de nuestra comunidad lo está recuperando poco a poco, con cada gesto de ayuda, cada palabra de aliento, y cada oración compartida.

Ver el altar, las salas de catequesis, y la sacristía tocados por el agua y el barro nos recuerda que incluso los lugares más sagrados pueden sufrir, pero también nos habla de nuestra capacidad de reconstruir y reavivar la fe.

Sabemos que lo material que se perdió se recuperará, pero el verdadero milagro está en la forma en que esta comunidad se mantiene unida, en la fortaleza que cada día se descubre, se siente o se palpa y esa solidaridad que se puede ver cada día que pasa; con los voluntarios y hermanos que sigue firmes ayudando.

Hay días en que el dolor de la pérdida se hace más presente, y es difícil encontrar las palabras para consolar o animar.

Sin embargo, la palabra de Dios nos recuerda que “el Señor es mi pastor; nada me falta” (Salmo 23,1).

En medio de esta prueba, nos aferramos a esa promesa, confiando en que Él nos guiará por caminos de restauración, que su mano protectora está con nosotros, y que este será un tiempo de crecimiento y renovación, aunque ahora solo veamos escombros y un largo camino por recorrer.

En cada crónica que compartiremos, queremos contar no solo las pérdidas, sino también los pequeños milagros y grandes que se viven a diario en San Ramón Nonato.

Cada mano que ayuda a limpiar, cada donación que llega, cada sonrisa y abrazo que se ofrece, cada gesto de fe en medio de la adversidad es un recordatorio de que Dios está ahí.

En estos días de reconstrucción, lo que parecía destruido se está convirtiendo en un testimonio vivo de fe y esperanza.

Seguiremos adelante, compartiendo cada paso de este camino. Porque aunque la DANA intentó silenciar nuestras voces, nuestra fe sigue viva, y así continuará.

Vamos a dejar aquí fotos de esos pequeños milagros que llegan cada día. Una botella de lejía con un mensaje de ánimo, una carta de una niña llena de esperanza de Cómpeta(un pueblo de Málaga) , ayuda desinteresada, donaciones y mas donaciones son pruebas de que Dios está presente en las pequeñas cosas.

Estos detalles sencillos nos recuerdan que Su amor es la fuerza para seguir adelante, como señales de que Él obra en lo cotidiano y en lo humilde, poniendo Su sello en cada gesto de amor y solidaridad.
Gracias