Ven, Espíritu Santo de Dios. Ven, Espíritu Creador.
Sé que estás aquí, conmigo. Me acompañas. Me guías. Me proteges. Me inspiras.
Tú eres el Creador. Tú eres nuestro Padre. ¿Cómo no creer en Ti, o en tu Iglesia? No debo dudar ni un solo segundo. Ante la debilidad, puedo contemplar tanta gente buena y sincera que confía y cree en Ti, personas que entregan su vida y sus talentos por Ti.
¿Qué hacer? «Sé tú una bendición.»
¿Por qué no?
Cansa representar una y otra vez el mismo papel de amargado, quejica, enfadado, desanimado. Este tipo de papel, en realidad, es muy fácil de llevarlo a término. Dejarse llevar por las circunstancias, dejarse caer por el precipicio.
Pero aquí mismo, hoy mismo, ahora mismo, puedo darle la vuelta y escoger el otro papel, el papel protagonista, el papel del gozo y la alegría, el de la paz y la libertad.
El papel del héroe y del santo, del humilde y del paciente, del sabio y del sensato.
Tan sencillo como mirar hacia arriba, a la cima, en vez de hacia abajo, hacia el abismo. Y comenzar a subir a lo alto, a escalar, a sudar, a mancharse, a crecer, siempre directo hacia el Cielo, a la Casa del Padre, a los brazos del Padre.
Sí, ser yo una bendición, ahora y por siempre.
En el Nombre de Jesús.
Amén.