TESTIMONIO #106
En la alabanza de esta mañana me ha pasado una cosa que quería compartir.
Estábamos alabando y he empezado a bendecir a cada miembro de un grupo parroquial en el que estuve hace 22 años y que me destrozaron la existencia y les guardaba mucho rencor en mi corazón. Veía como, a pesar de todo, habían contribuido a mi salvación y, que de no ser por aquello, seguramente esta mañana no habría estado en San Ramón con mis hermanos y hermanas, Adorando a El Señor y sintiéndome como si estuviera en la Tierra Prometida. Era una fuerza que me empujaba a perdonar y a bendecir sin parar a cada uno de ellos y ellas con su nombre y apellidos. He sentido mucha paz en mi corazón.
Gracias Señor.