TESTIMONIO #027
En una de las tantas Adoraciones que asistí un domingo, estaba bastante angustiada por mi hijo mayor, ya que esa semana estaba sufriendo mucho por él y rezando por su conversión.
Recuerdo que aquel domingo, cuando el padre Salva estaba pasando con el Santísimo y con Adriana y Tere llevando las velas a su lado, yo en ese momento no estaba pidiéndole nada, pero el Señor sabía la tristeza y preocupación que yo tenía en mi corazón. Al pasar por delante de mí, el Señor le dio una palabra a Adriana, que justamente decía:
«No te angusties y deja todo en mis manos.»
Aquellas palabras venían del Señor, porque no había dicho a nadie este dolor que yo llevaba esa semana, solo el Señor podía saber cuánto estaba sufriendo mi corazón.
¡Gloria a Dios! Porque así fue y está dando sus frutos.
Puri.