TESTIMONIO #029
Doy las gracias al padre Salvador y a todo el equipo por el retiro en El Valle de los Caídos.
El amor y la entrega que he recibido por parte de todos vosotros ha sido maravilloso.
He sentido muy especialmente el cariño con el que todo ha sido preparado y solo puedo sentir gratitud y devolveros mi agradecimiento en oraciones.
Mi testimonio es sobre la «identidad» a la que el padre ha hecho hincapié numerosas veces.
Al terminar la Eucaristía del viernes, Adriana me dijo: «He sentido que Dios me decía que la primera Lectura era para ti.»
Decía: «Por eso, yo la seduciré, la llevaré al desierto y le hablaré a su corazón…»
Al terminar la Eucaristía del sábado, el padre D. Carlos habló sobre lo que el Espíritu Santo le hacía ver: «Hay alguien que está pidiendo por su familia, amigos… Dios le pide que se centre en ella, que al salir del retiro podrá ocuparse de ellos. Ahora el Señor quiere entregarle su Amor Esponsal.»
Hace tiempo, en una confesión en Santo Toribio de Liébana, el sacerdote me dijo: «Nunca olvides que eres hija de Dios. Que tus obras sean como tal.» Y desde entonces recibí la gracia de sentirme hija de Dios. El padre Salva nos ha insistido mucho en esto. Yo lo sabía, me lo habían enseñado de niña… pero hasta esa confesión nunca había sentido la dignidad y la grandeza de saberse hija de Dios. Fue una gracia de Dios entenderlo con el corazón.
En este retiro Dios me ha regalado la confirmación de otra identidad que completa a la de hija de Dios, y es esposa de Cristo.
Hace una año y medio me consagré a Jesús esponsalmente. Y este retiro ha sido para mí como un «viaje escapada» con mi Esposo, ¡donde Él me ha regalado una sorpresa detrás de otra! Desde visiones preciosas de los dos juntos en el Cielo, mensajes de Amor a través de compañeros del retiro, una carta de Amor, me ha dado luz para lo que quiere de mí, y me ha regalado mucho a través de su Espíritu Santo (aunque aún no sé el qué, pero en fe estoy segura de ello).
También el Esposo me ha pedido que diera algo de mí para Él. Con los ojos cerrados y muerta de vergüenza, me pedía que me «desnudara» (¡justo así lo ha dicho el padre Salva!); en la última Adoración me pedía desnudarme de mis heridas, miedos… y yo le bailaba, y le miraba a los ojos, y sentía como la Virgen y el Espíritu Santo me iban vistiendo con un traje que le gustaba mucho más a Jesús. Me estaban poniendo bonita para Él. Para enamorarle y hacerle feliz.
Salgo de este retiro mucho más reforzada en mi identidad. Algo que me va a acompañar en cada acción. Porque Dios quiere que actúe verdaderamente como esposa de Jesús, además de como hija de Dios.
Otros regalos adicionales que me llevo:
- La mejora increíble en la sanación de mi hermano. Solo puedo dar gracias y gloria a Dios por ello. Mi hermano me decía: «No te preocupes por mí, vive el retiro para ti.» ¡Y Dios se ha ocupado de todo!
- El comienzo de la sanación de su prometida. Era su primer retiro y he visto cómo Dios a ella le ha tocado el corazón especialmente.
- El refuerzo de unión con mi hermano con lazos de amor preciosos. ¡Cómo hemos llorado los dos abrazados!
- El poder compartir con mi hermano y su novia una experiencia así de Dios. Un año atrás mi hermano «se reía» de mí cuando intentaba compartirle mis testimonios de Dios. ¡Ahora él y su novia son parte de mis testimonios!
Dios ha sido Dios en nosotros este fin de semana.
¡Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias!
¡Que Dios os bendiga!
Gloria a Dios.
María.