TESTIMONIO #082
Yo voy a dar mi humilde testimonio:
Hemos asistido a este Retiro porque a mi me apetecía muchísimo, mi marido me acompaña siempre y ha venido nuestro hijo, que circunstancialmente ahora vuelve a convivir con nosotros, pues ha pasado un tsunami por su vida y ha estado herido espiritual y físicamente, está para operar de la rodilla derecha.
A mi hijo le hizo oraciones el padre Salva el verano pasado.
Nosotros somos católicos, pero estamos al principio del camino. Mi hijo ha asistido porque conoce al padre, pero no se esperaba este maravilloso regalo. Nos ha encantado y lo hemos vivido con intensidad; sé que para mi hijo ha sido una experiencia muy vívida. Y para mí no tengo palabras para describir lo que he sentido.
Mi marido y yo venimos de pasar por el sufrimiento tan grande que los padres tenemos cuando se nos descarrilan los hijos; a parte del hijo que nos ha acompañado, tenemos otro con muchos problemas psíquicos, pero sale de los problemas y vuelve a entrar porque ha elegido a una persona que también es problemática.
Para mí, el Retiro ha sido un bálsamo, un reencuentro con el Amor. Hoy tengo una «resaca» de paz, que no quiero que me pase.
En la Sanación de vientre materno viví mi propio engendramiento a la vez que el del hijo que nos acompañaba. Tengo que decir que antes de la oración, le hablé a mi hijo pequeño de que no fue un hijo buscado, porque su hermano tenía tres meses cuando él se engendró, y su hermano tenía problemas de salud. Al principio yo no aceptaba el embarazo, pero cuando sentí el nuevo bebé en mi seno, empecé a quererlo. Cuando él ha tenido problemas yo siempre me había reprochado no haberle aceptado al principio del embarazo, por si yo inconscientemente le hubiera podido dañar, por eso se lo contamos en un pequeño descanso antes de la Oración de Seno Materno. Ahora yo me he perdonado, porque mi hijo ha vivido su Sanación y yo la mía.
En el capítulo de la Sanación física, yo tuve una experiencia cuando me puse para que rezaran por mí: sentí que me entraba de cabeza a pies «como una electricidad de bajo voltaje y cálida.» (Tengo una hernia discal en la zona lumbar que me atrapa el nervio hasta la rodilla derecha y me hace mucho daño y cojeo, y he perdido la fuerza; el neurocirujano me quiere operar.) Pues el dolor cesó. Aunque no recuperé la fuerza, cuando las personas que oraban por mí ya me iban a dejar, me invadió de nuevo la corriente y lo dije y volvieron a rezar; dijeron que podía ser una sanación progresiva, yo así lo creo, porque estoy mejor y a lo mejor la fuerza viene poco a poco.
Doy gracias a Dios por habernos llevado al Retiro con tantos frutos, y al padre Salva y su gran equipo por haberlo hecho posible. Estamos deseando asistir al próximo; siento que casi no nos hemos conocido, pero si Dios quiere nos volveremos a encontrar.
Gloria a Dios.