Jesús nos llama a ser sus discípulos

TESTIMONIO #086

Queridos amigos:

Hace medio año mi mujer y yo realizamos el retiro de «Perdón y Misericordia». Llevábamos detrás de ello casi un año, y ni siquiera sabíamos muy bien a qué íbamos. Teníamos claro que debíamos seguir la iniciativa del Espíritu, que en los meses precedentes había salido a nuestro paso de mil maneras, renovando nuestra fe, dándonos nuevos amigos en la Iglesia, sanando heridas y bloqueos.

Por esta razón, fuimos al retiro con el deseo de que el Señor se hiciera presente en nuestra vida aún con más fuerza. Y así, durante dos días pudimos ver Su acción y Presencia, tocando nuestra propia vida. El momento del perdón para nosotros fue particularmente significativo y pudimos experimentar, incluso sensiblemente, su acción poderosa, sanadora. Él es capaz de abrazar nuestra historia, nuestro pasado, nuestro mal y hacer de nuestro corazón de piedra un corazón de carne. En el retiro nos topamos con muchas sorpresas y rostros absolutamente inesperados. Por un lado, vivían o decían cosas que nos resultaban —como expresividad— extrañas. Por otro, nos resultaban profundamente familiares y deseables. Así, aunque nos veíamos arrastrados sin saber muy bien a dónde estábamos siendo conducidos, nos apremiaba conocer cada vez más el tipo de experiencia que estas personas hacían. Frente al prejuicio que muchas veces hemos tenido respecto de ciertos gestos o grupos carismáticos dentro de la Iglesia, nos veíamos como niños, deseosos de aprender y seguir, de conocer cada vez más a Cristo en su Iglesia. En particular, empezamos a ser conscientes, verdaderamente conscientes, por primera vez, de la acción del Espíritu Santo. Contábamos teóricamente con su existencia, pero en el fondo era un desconocido para nosotros.

Desde entonces, se ha consolidado en nosotros un gran deseo de ver Su acción, que ha sido explícita y poderosa en ciertos momentos, discreta e implícita en otros. Nos hemos abierto a su iniciativa, capaz de restituir, sanar, perdonar y transformar; y hemos recibido Su bautismo, tal como pedían los apóstoles. Siguiendo estas pistas, durante estos meses se han ido concretando en nuestra vida muchas de las intuiciones que vivimos durante el retiro. Se ha renovado en nosotros la adhesión sencilla pero fecunda a los gestos y sugerencias de la Iglesia, aspectos que teníamos olvidados, como el cuidado de la eucaristía, del silencio y de la oración. En particular está siendo muy fecunda la oración en común y de intercesión, en el matrimonio y con otros amigos. Estamos aprendiendo a rezar y se está definiendo con claridad hasta qué punto es necesario que nos abramos al Señor, pidiendo incluso lo que no nos atrevíamos a pedir. Nosotros pertenecemos a otro movimiento dentro de la Iglesia, pero el Espíritu nos está llevando por caminos que no esperábamos. Y así, paso a paso, se ha renovado la fe en nosotros, la adhesión a la Iglesia.

Nos faltan días para contarnos cómo el Señor está aconteciendo, cómo está cambiando la vida de tantos amigos, cercanos y lejanos, que también han comenzado de manera totalmente inesperada a hacer una experiencia muy fuerte del Espíritu Santo. Hacemos alabanzas juntos, nos piden oración de intercesión, nos contamos cómo va obrando el Espíritu en nosotros. Está siendo impresionante ver la conmoción que estamos sintiendo unos por otros, por ver y esperar la obra del Señor en cada uno. Se está dando así una verdadera, ansiada y renovada comunión.

Todo esto habría sido impensable sin la ayuda y compañía de nuestra amiga Sonsoles, que literalmente ha sido un ángel para nosotros durante todo este tiempo. Nos ha acompañado con discreción y ternura, sin sustituirnos, atenta también ella a la acción del Espíritu en nosotros, animándonos e impulsándonos cuando nosotros no nos atrevíamos a caminar por nosotros mismos.

Por todas estas intuiciones y pasos, Sonso nos invitó al retiro «Discípulos de Jesús» (8-10 octubre). Por un lado, teníamos un gran deseo de volver a ver al Señor, de abrirnos de nuevo a Su Espíritu, pero por otro teníamos también el miedo de perder el control de nuestra vida, de abandonar nuestras medidas y esquemas. «¿No será demasiado?», «¿estaremos preparados?», etc. Finalmente decidimos ir porque no teníamos nada que perder ni nada que defender. «Y el Señor ha estado grande con nosotros.» Es verdad lo que dice S. Juan: «Si se escribieran una por una las cosas que hizo Jesús, me parece que no cabrían en el mundo los libros que se habrían de escribir.» En dos días hemos tenido la misma impresión. El Señor está y actúa con poder en su iglesia, a través de sus discípulos. Es escandaloso que Jesús diga que en su nombre «haremos sus obras y aún mayores», pero es verdad. Hemos visto, recibido y realizado sanación física, profecía y alabanza. Todo esto nos parecía lejano, incomprensible y, en el fondo, limitado a la vida de Jesús, de sus discípulos y de algunos santos escogidos. Y, sin embargo, ha habido quien ha aceptado con obediencia y audacia las palabras de Jesús: «Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.» Delante de esta acción del Espíritu, llena de autoridad y misericordia, nuestra fe crece y está llamada a ser más madura, a vivir con más libertad y audacia, fiándonos de las palabras de Jesús, que nos llama a ser sus discípulos, como se nos ha repetido en estos dos días. El Señor ha vuelto a hacernos suyos gracias a vuestro sí. Es una esperanza para nosotros y para toda la Iglesia.

Infinitamente agradecidos,

Nacho y Rocío.

Lo más dulce

TESTIMONIO #085

Mi experiencia en este retiro ha sido de lo más dulce que he vivido desde que sirvo en los retiros.

Rezando antes del retiro, el Señor me decía muy claro que debía ser amor, dejarme inundar de su amor ante el Sagrario y dar todo ese amor que yo recibo.

Me lo confirmó el Señor en la comida del viernes antes del retiro, con una palabra de la Virgen de un librito de Adri, y sentí mucha fuerza. También leí un libro de Jaques Philips sobre Santa Teresita y ella decía que quería ser amor en el corazón de la Iglesia, y así viviría todas las vocaciones a la vez, porque el amor es el centro de todas las vocaciones, y yo quise lo mismo, dejar que Dios ame a través de mí y Él ya se encargará de hacer lo que quiera en los que ponga en mi camino.

Y así he vivido este retiro, escuchando a Dios por una parte y escuchando a las personas que tenía delante, y no sé el fruto que habrá dado, pero yo confío que Dios habrá abrazado a esas almas con todo su Amor, porque la promesa me la hizo Él, y yo solo respondí aceptándola.

No soy de muchas manifestaciones públicas, pero sé que Dios me mueve en lo escondido de lo desapercibido, y así cada uno de nosotros somos una pieza del puzle de esta Comunidad, únicas y encajadas perfectamente para que el dibujo se vea bien bonito.

He sentido la paz en mi corazón de haber vivido este finde de Gloria como Dios quería que lo viviese, y pudiendo mejorar siempre muchas cosas, mi intención principal ha sido dar su Amor.

Os quiero.

¡Bendiciones!

Sergio.

Nos quedamos de piedra

TESTIMONIO #084

Gracias, padre, por esa palabra de conocimiento que dio en la pasada Adoración.

La acojo completamente y la veo hecha hoy en mí y en la vida de mis hnas. Me siento libre y sana por Jesús. Somos tres hnas. y nos quedamos de piedra al escuchar nuestros tres nombres: Marisa, Marián y Miriam. Estábamos pasando un momento difícil en nuestra Comunidad y esa palabra nos levantó. Hoy sentimos esa libertad tan anhelada de hijas amadas y elegidas por Dios.

Gracias por su entrega y su servicio al igual que el de su Comunidad. Rezamos por ustedes y que Dios los siga colmando de infinitas bendiciones. Le escribimos desde Costa Rica. Mis hnas. están muy agradecidas con Dios y con usted y también le envían bendiciones. Dios lo proteja.

Marisa.

Esto es obra del Amor de Dios

TESTIMONIO #083

Me sale del alma decir gracias.

Gracias a Dios por mi papi, que nos educó a mí y a mis ocho hermanos en el camino de la fe. En cierta manera, nunca me he apartado del Señor Jesús. Reconozco que mi mayor fallo siempre ha sido conformarme con las respuestas manipuladoras del «barbazul», en vez de haber ido a la verdadera fuente. Esto me ha llevado a creerme sus mentiras causándome un profundo dolor, creerme no querida y no amada por el Señor Jesús.

Este camino de Salvación para mí empezó en un momento en que vivía ahogándome en mil problemas, alimentándome en mi mente de que nadie me comprendía ni se interesaba por mí. Por pura Gracia, busqué ayuda en mi hermana tres años mayor que yo, Yolanda, pidiéndole oración y compasión. Sentía en mi interior que necesitaba un retiro espiritual. Sentía que me estaba rompiendo a pedacitos, no podía controlar todo en mi vida, generándome ansiedad. Mi hermana acogió mi llamada y me puso en contacto con María Ángeles, virgen consagrada, que no conocía de nada, quien también me acogió como una hermana, su pequeña Laura me llama, y con su paciencia y dulzura empecé a rezar, cogida de su mano, la novena a la Virgen Desata Nudos, primero una y, después, un sinfín, llegando a experimentar una paz interior y desbloqueos. Este fue el primer pasito.

Me dejé ayudar y querer.

Gracias al poder de la oración, pienso en tantas personas que han rezado por mí, pude asistir el domingo 28 de febrero a la Adoración, en Paiporta, y lo que experimenté no se puede transmitir con palabras humanas, pero le pido al Espíritu Santo que me ayude. Fui con la arrogancia de plantarme delante del Señor en un cara a cara, quería explicaciones, respuestas a lo que pasaba en mi vida, pero cuando lo vi delante de mí me derrumbé sintiéndome insignificante, solo pude fijar todo mi ser en Él; las alforjas que llevaba llenas de problemas, preguntas, reproches, quejas…, se cayeron y me quedé a solas con Él. Era mi Papá que me miraba y me hablaba:

«Todo está bien, tranquila, desapégate de todo. Ven, ven, ven a Mí, quiero abrazarte, pequeña, eres mi amor. Yo no soy de este mundo, aparta todo, olvídalo por un momento.»

Cómo me abrazó y me arropó y me amó no lo puedo describir, no es de este mundo. Nunca había sentido aquello ni parecido.

La semana previa al retiro de Perdón y Misericordia viví un duro combate. Hasta última hora no sabía si podría ir, ya que mi madre estaba muy grave. Falleció el 17, dos días antes, y el entierro fue el día anterior. En el cementerio casi cedí a la tentación de «barbazul» de no ir, me sentía muy cansada, llovía a mares, estaba triste, cansada, muy cansada, agotada, pero gracias a la oración y a las palabras de mi hermana Yolanda y Mª Ángeles me mantuve, su amor me sostuvo. El mismo viernes, de camino al retiro, estuve a punto de volverme por el accidente que acababa de tener mi hija Sara con la moto, pero gracias a que no conducía yo nos mantuvimos en la ruta, confiando con Fe en el Señor Jesús y sabiendo, momentos después, que mi hija se encontraba bien, aunque magullada. Aparcamos en Siete Aguas, estaba rota, cansada, fatigada, con mucho frío (soy muy friolera y parecía una muñeca de nieve bien enfundada). Y esa misma noche tuve otro ataque del «barbazul», pues me quería regresar a casa, no me veía en el retiro y estuve a punto de llamar a mi marido para que viniera al día siguiente a recogerme. Me cogió fuerte «barbazul», pero menos mal que nevaba. Me quedé. En esta tribulación me sentí sostenida por la oración y el testimonio de mi hermana, que me escribió esa noche por el WhatsApp. Su experiencia me consoló. Mi madre acababa de fallecer, iba con un vacío y una gran necesidad de descansar en el Señor. Al día siguiente, sábado, me dejé sorprender por el Señor como nos invitó el padre Salvador Romero. El Espíritu Santo me sorprendió con el Perdón, me sentí verdaderamente perdonada, y pude perdonar de corazón a mi hermano, que también se encontraba en el retiro, acompañado de su actual novia. Habíamos tenido diferencias hacía unos años y en mi corazón albergaba resentimiento contra él, que me hacía sufrir. Puedo decir que viví el Perdón y la Misericordia de mi Papi. Ese sábado, mi hermano David me abrazó sin más, sin esperarlo, y yo me quedé aún más bloqueada, no entendía, pero lo más sorprendente fue que, después de la confesión que viví, pude abrazarle yo a él, de corazón. Esto es obra del Amor de Dios.

Después de eso descansé. ¡¡Uff!! Tenía ganas de reír, y reí a gusto, canté, bailé y disfruté del resto del retiro. He recibido muchas bendiciones que no me esperaba. Me he sentido muy amada y solo puedo decir gracias de corazón a mi Papi, a mis hermanos, al padre Salva y a todo el equipo y, en especial, a mis hermanos y a Mª Ángeles.

Muchas, muchas gracias. Nos vemos muy pronto.

La pequeña Laura.

Maravilloso regalo

TESTIMONIO #082

Yo voy a dar mi humilde testimonio:

Hemos asistido a este Retiro porque a mi me apetecía muchísimo, mi marido me acompaña siempre y ha venido nuestro hijo, que circunstancialmente ahora vuelve a convivir con nosotros, pues ha pasado un tsunami por su vida y ha estado herido espiritual y físicamente, está para operar de la rodilla derecha.

A mi hijo le hizo oraciones el padre Salva el verano pasado.

Nosotros somos católicos, pero estamos al principio del camino. Mi hijo ha asistido porque conoce al padre, pero no se esperaba este maravilloso regalo. Nos ha encantado y lo hemos vivido con intensidad; sé que para mi hijo ha sido una experiencia muy vívida. Y para mí no tengo palabras para describir lo que he sentido.

Mi marido y yo venimos de pasar por el sufrimiento tan grande que los padres tenemos cuando se nos descarrilan los hijos; a parte del hijo que nos ha acompañado, tenemos otro con muchos problemas psíquicos, pero sale de los problemas y vuelve a entrar porque ha elegido a una persona que también es problemática.

Para mí, el Retiro ha sido un bálsamo, un reencuentro con el Amor. Hoy tengo una «resaca» de paz, que no quiero que me pase.

En la Sanación de vientre materno viví mi propio engendramiento a la vez que el del hijo que nos acompañaba. Tengo que decir que antes de la oración, le hablé a mi hijo pequeño de que no fue un hijo buscado, porque su hermano tenía tres meses cuando él se engendró, y su hermano tenía problemas de salud. Al principio yo no aceptaba el embarazo, pero cuando sentí el nuevo bebé en mi seno, empecé a quererlo. Cuando él ha tenido problemas yo siempre me había reprochado no haberle aceptado al principio del embarazo, por si yo inconscientemente le hubiera podido dañar, por eso se lo contamos en un pequeño descanso antes de la Oración de Seno Materno. Ahora yo me he perdonado, porque mi hijo ha vivido su Sanación y yo la mía.

En el capítulo de la Sanación física, yo tuve una experiencia cuando me puse para que rezaran por mí: sentí que me entraba de cabeza a pies «como una electricidad de bajo voltaje y cálida.» (Tengo una hernia discal en la zona lumbar que me atrapa el nervio hasta la rodilla derecha y me hace mucho daño y cojeo, y he perdido la fuerza; el neurocirujano me quiere operar.) Pues el dolor cesó. Aunque no recuperé la fuerza, cuando las personas que oraban por mí ya me iban a dejar, me invadió de nuevo la corriente y lo dije y volvieron a rezar; dijeron que podía ser una sanación progresiva, yo así lo creo, porque estoy mejor y a lo mejor la fuerza viene poco a poco.

Doy gracias a Dios por habernos llevado al Retiro con tantos frutos, y al padre Salva y su gran equipo por haberlo hecho posible. Estamos deseando asistir al próximo; siento que casi no nos hemos conocido, pero si Dios quiere nos volveremos a encontrar.

Gloria a Dios.

Como una niña en los brazos de su padre

TESTIMONIO #081

He vivido el fin de semana del puente de San José de una forma increíble.

Lo recuerdo aún con el corazón en la mano y lleno del Espíritu Santo, desde la acogida con tanto cariño por parte de todo el equipo, la confesión tan bonita que tuve y la sensación de volver a casa después de tanto tiempo.

Con esto último me refiero a que me volví a sentir como una niña en los brazos de su padre.

Me gustó muchísimo como el padre Salva explica las cosas de forma tan sencilla y con ejemplos/testimonios, también que algunas enseñanzas estuvieran impartidas por Juan, un psicólogo, porque si alguien es más cerrado de mente en estos temas, al dar las enseñanzas un laico le resulta más fácil entenderlo (gracias a ello, en el próximo retiro, 3 amigas se quieren venir).

Por último, me encantó la Misa del árbol genealógico; tuve en mi cabeza una imagen de la Divina Misericordia, sin conseguir verle el rostro, con una luz muy intensa de color rojo, y que poco a poco se iba convirtiendo en un azul súper fuerte y brillante; no consigo descifrar el significado.

¡Gracias y Gloria a Dios!

Espero ir a muchos más retiros con vosotros.

¿Puedo rezar por ti?

TESTIMONIO #080

Siempre me he considerado una persona muy creyente, he ido a Misa todos los domingos que he podido y rezaba pidiéndole al Señor por mis necesidades. Una fe hecha a mi medida que me llevó a ser cada vez más egoísta y egocéntrica.

En verano del 2019 fallecieron dos de mis abuelos. Mi padre me habló de María Simma, y escuchando uno de sus libros por internet descubrí las oraciones de Santa Brígida por un año. Empecé a hacerlas y mi vida empezó a cambiar, pero seguía cayendo en algún pecado grave. Siempre, cuando caía, me confesaba y continuaba con mi vida tan tranquila, pero llegó un punto que la confesión no me dio el alivio que esperaba y sólo encontraba paz en Misa o rezando.

Soy profesora de instituto, y como estaba de vacaciones no había problema, pero al comenzar el curso empecé a notar una gran ansiedad, y junto al insomnio (que arrastraba desde los 20 años, ahora tengo 34) caí en una espiral de culpa y remordimiento que no me dejaba pegar ojo durante la noche ni parar quieta durante el día.

Yo tenía la certeza de que era algo espiritual, pero por más que me confesaba no lograba apartar de mí el sentimiento de culpa e indignidad (había tenido relaciones con varios chicos e incluso había llegado a probar las drogas). Tuve que pedir la baja en el trabajo y volver a casa de mis padres. Empecé a dar vueltas en espiral por la casa cada vez más rápido, temblaba y tenía dolores por todo el cuerpo.

Mis padres, al verme en tan mal estado, me llevaron a varios neurólogos y psiquiatras. Paralelamente, pedimos oración a todos nuestros amigos y conocidos creyentes, y yo comencé a prepararme para la consagración a la Virgen de Lourdes. Pero llegado el momento de la consagración, no me atreví a acercarme a la iglesia dado el estado de ansiedad.

En un viaje a Girona (donde yo estoy empadronada) para ir al médico, nos dimos cuenta de que tenía el neurólogo el martes y el psiquiatra el viernes, por lo que mi madre llamó y cómo íbamos desde Valencia nos pudieron colocar el psiquiatra el miércoles por la mañana. Al tenernos que quedar un día más le pedí a mis padres que me llevaran a visitar un sacerdote amigo para hacer la consagración. El Mossèn Salvador Juanola de Tordera me hizo, además de la consagración, una oración de sanación espiritual que me alivió gran parte de la ansiedad y con ello los dolores corporales y el tembleque.

Al día siguiente, por un «despiste», llegamos tarde a la cita y el médico no me pudo atender. Nos dieron la cita que tenía del viernes. Al volver de nuevo el viernes, volví a visitar al Mossèn, el cual me volvió a hacer otra oración que me quitó más ansiedad, y me habló del padre Salvador Romero de Paiporta para acabar de realizar la sanación.

Ya en Valencia, fui a visitar al padre Salvador, y junto a tres personas me hicieron una oración. Sin preguntarme nada previamente, me dijeron que estaba en el desierto, que Jesús, María y José estaban conmigo y que Jesús me hablaría en el desierto. Lloré. Me hablaron además del retiro llamado «Perdón y Misericordia» que estaban preparando la Comunidad «Somos hijos de Dios», para dentro de 3 semanas.

Asistí al retiro sintiéndome totalmente sanada, pero aun así, mientras estaba sentada en un banco rezando, se me acercó una chica de la Comunidad y me preguntó: «¿Puedo rezar por ti?» «¡Por supuesto!» Comenzó a rezar: «Señor, libérala de todo espíritu de indignidad» ¡Sin yo decir una palabra! Y continuó: «El Señor se glorifica en tu pequeñez y tu indignidad.» Lloré.

Gracias Señor, porque Tu Perdón y Tu Misericordia son infinitas.

¡Gloria a Dios!

Laia Balaguer.

Salgo dispuesta a ser soldado

TESTIMONIO #079

Ayer estuve en el retiro de Madrid y la verdad es que fue impresionante.

He salido con fuego dentro. Fuego que se estaba apagando desde hace tiempo ya que mi fe se había quedado en momentos de oración vocal, que sí me conectaban con Dios, pero faltaba el impulso y la fuerza del Espíritu Santo. Salgo dispuesta a ser soldado, ahora más que nunca, y sobre todo a seguir palabras como «no pasa nada si se hace el ridículo», «no pasa nada si las cosas no salen» o «las palabras solamente no tocan si no le acompaña el signo que confirma».

A los sacerdotes de mi parroquia que están permitiendo que la parroquia agonice y esté en vías de morir:

Hace tiempo que las cruces me están pesando, tanto que a veces el deseo de morir es demasiado acentuado. Me he sentido perdida luchando. Entre ese peso y la frustración de sentir que no era así como Dios quiere verme. Sé que estas cruces es parte de una gran purificación, soy una consagrada que además Le pide cada día a Jesús Eucaristía, ser toda suya… pues Él escucha y va purificando.

Este finde pensé que iba a encontrar una respuesta a una llamada que Él me ha puesto hace mucho tiempo y me tiene un poco perpleja… pero no, la respuesta fue a llevar esas cruces que sabía en mi corazón no estaba sabiendo llevar.

En este retiro Jesús me dijo:

«Arrodíllate delante de la Cruz, que la Sangre del Cordero te cubrirá y te purificará. María estará contigo.»

Mi mente, mi alma, todo mi ser entendió en lo más profundo esa frase. En cada cruz que no comprenda y duela solo tengo que arrodillarme.

Gracias mil. Dios os bendiga.

Isabel Martínez Rull.

No me lo termino de creer

TESTIMONIO #078

En mi último viaje a Valencia con Fátima, fuimos a la parroquia de Salvador Romero para que me hiciera una oración de intercesión para poder sanar mi insomnio. Y estoy que no me lo termino de creer.

Desde ese día solo tomo melatonina, un medicamento que no exige receta de lo suave que es, y duermo bien, mis 7 horas y pico, incluso a veces viendo alguna película (que no se debe hacer).

También, desde ese día, no he vuelto a tener acidez ni a sangrar excesivamente. A pesar de que mis problemas digestivos no me preocupaban en exceso, también con eso me estoy viendo ayudado.

Sinceramente, vivo estos días en esa tensión que vivimos los sanitarios cuando aplicamos un tratamiento y, sencillamente, rezamos para que haga efecto. De momento la cosa está yendo bien, y doy gracias a Dios por ello.

Si no fuera tan «bien», daría gracias también porque me dio palabras de esperanza con respecto a mi vocación, con respecto a mi corazón, a mi relación con Dios… cosas que me ayudaron mucho.

Nada, que estoy contento, y que, cuando pensaba que ya me las sabía todas, el Señor no deja de sorprenderme y dejarme desconcertado.

Todo tiene sentido

TESTIMONIO #077

Os escribo para daros las gracias por las Adoraciones, Misas, Cerco de Jericó y Rosario transmitido por el padre Salvador. Sois una Comunidad llena de amor y deseo de servir al Señor. Hacéis muchísimo bien. Muchas gracias.

En la pasada Adoración sentía que todas las palabras para una mujer eran para mí. No paré de llorar y así estuve toda la semana. Pude experimentar un gran amor de Dios hacia mi vida a través de las palabras que van diciendo a manera de meditación. Pude sentir que sois la voz de Dios para todos. También me sentí muy amada y reconfortada. Gracias.

Yo nací el 5 de mayo de 1975. Se dijo el 5 de mayo de 1995, en un principio pensé que no era yo. Pero en ese año fue el año de mi conversión. Todo tiene sentido. Muchas gracias y muchísimas bendiciones y el nombre que se dijo, Carmen, soy yo. Dios siga bendiciendo su ministerio. Vuestras vidas. Hacéis mucho bien.

Gratitud y bendición.

Carmen.