Por primera vez en mi vida sentía que tenía ganas de vivir

TESTIMONIO #056

Hace 2 años peregriné a Medjugorje buscando la ayuda de la Virgen. El último día, un sacerdote, con el que no había hablado prácticamente nada, al despedirnos me dijo: «El último regalo de la Virgen para ti es la Comunidad Somos hijos de Dios.» Empecé a ir a sus Adoraciones y, pasado un año, me decidí a pedirles ayuda porque ya me resultaba insoportable seguir viviendo con ese lastre de melancolía y de tristeza, de rabia y de rencor, que arrastraba desde toda la vida. Después de hablar con el P. Salva me fui a la capilla y allí el Señor me dio esta palabra: «Herida incurable, que será curada» (Jeremías 30); «no hay remedio para tu dolencia ni cura que cierre tu herida (…) Yo te devolveré la salud, te curaré las heridas –oráculo del Señor–» (Jr 30, 13.17). Yo lo creí, confié. Y en menos de dos meses, en un retiro de esta Comunidad, Él me liberó, sanó mi tristeza, y, renovada por el Espíritu, empecé a vivir como una criatura nueva porque algo cambió en mi interior; por primera vez en mi vida sentía que tenía ganas de vivir. Después de toda una vida de médicos, de analistas, de psicólogos, de new age, en busca de mi sanación, cuando pedí ayuda en el lugar adecuado, en un retiro de dos días, ¡lo que parecía incurable comenzaba a ser sanado!

Lo más sorprendente, quizá porque era lo más inesperado para mí, es que Dios me iba a seguir sanando durante esta peregrinación que la Comunidad ha hecho, a la que yo no podía ir. Las gracias han llegado desde Fátima a casa. ¡Ha sido una semana de inmensa bendición! A lo largo de la semana notaba cómo se iba diluyendo el rencor, la envidia, la falta de perdón, y a medida que Dios iba liberándome de esas cadenas, sentía cómo se iba suavizando la dureza de mi corazón. He tomado conciencia que la verdadera libertad de ser hija de Dios se experimenta al expulsar todos esos sentimientos a los que vivía aferrada y que me estaban impidiendo amar.

Y cuando uno recibe tanto, cuando ha visto su Gloria, ha sentido cómo nos Ama y ha experimentado su Perdón, ya no puede callar más y necesita gritar al mundo el Poder de Dios y que en Él está nuestra salvación. En aquel retiro, durante la liberación, dentro de mí no paraban de resonar estas palabras, «que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y Yo en ti» (Jn 17, 21). Durante esta semana de peregrinación, estas palabras han tomado un sentido nuevo para mí, que entonces no entendí: que todos sean uno, una sola voz Adorando y alabando a Jesús, un solo corazón amando y ayudando al prójimo, un solo dedo señalando al Único que realmente puede darnos la Vida. Al menos, eso es lo que yo he vivido en esta semana: que aunque yo me limité a rezar por los frutos de esta peregrinación, en realidad, mi voz estaba unida a la vuestra, éramos uno, clamando al Padre su Misericordia, y Él derramó su Espíritu en abundancia sobre todos sus hijos, «para que el mundo crea» (Jn 17, 21).

Cuando pregunté a Jesús si Él quería que diera testimonio de lo que estaba haciendo conmigo, encendí la radio y las primeras palabras que escuché decían en forma de canción… «dile al cansado… que él vendrá y le salvará».

Por eso hoy, en Nombre de Jesús, te digo a ti, que sufres en tu soledad, que vives cansado, que tienes el corazón herido como yo lo tenía: invoca el Nombre de Jesús, con fe y confianza, que, ¡Él te levantará, Él vendrá y te sanará!

¡Dios cumple su Palabra!

No tengo palabras para expresar mi gratitud

TESTIMONIO #055

Estoy emocionada por este retiro, es el primero que vivo con el padre Salva.

No tengo palabras para expresar mi gratitud por todo, desde la acogida con los sobres, la pulsera, el bombón, la amabilidad de las chicas de la mesa y de quienes nos llevaron a las habitaciones, la almohada de la Virgen. Los detalles de cada día, las chuches. La sonrisa y alegría de los servidores. Siendo lo más grande el amor que transmitían lo que tocó mi corazón dolido y rechazado.

Las dinámicas de las profecías me hicieron ver que sí valgo para algo y que puedo ayudar a otros. Esto me encantó.

Muchas gracias.

Todos sois especiales, aunque me sentí muy cuidada por dos mujeres en quienes vi mucha caridad y amor, son: Sonsoles y Adriana. Las destaco porque me impactó cómo acogieron a Rosa y a mí misma. Siempre me he sentido rechazada y ellas me dieron todo su amor y palabras que entraron en lo profundo de las oscuridades de mi alma. Me he sorprendido al entrar en esta página y leer los testimonios de Adriana. No quiero imitarle, pero ya me gustaría tener ese don de palabra y de escritura que ella tiene. Llega a la gente. Son dos hermanas muy especiales.

Muchas gracias.

Bendiciones.

La Paz.

Una experiencia única y maravillosa

TESTIMONIO #054

Queridos hermanos en Cristo:

Quiero dar gracias a Dios por el desborde de gracia, bendición, de Espíritu Santo que hemos recibido en el retiro; en definitiva, una experiencia única y maravillosa. El Señor ha desbordado su Amor este fin de semana.

Gracias, padre Salva, por dejar usarse como canal de gracia y bendición para la salvación de las almas; gracias a los servidores de la Comunidad por el amor puesto en cada detalle y por su entrega al servicio del Reino de Dios; gracias a todos los hermanos que desde acá estaban unidos en oración por los frutos del retiro, sus oraciones se sintieron mucho.

Doy Gloria a Dios por lo que hace, lo que está haciendo y lo que hará.

¡Aleluya al Rey de Reyes!

Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis

TESTIMONIO #053

Daros las gracias por vuestro apostolado.

Es increíble como Dios habla, y a mí me habló directamente el día de la última Adoración, con la palabra de echar las redes a la derecha. Muy significativo para mí ese mensaje. A veces la costumbre y la monotonía nos hacen creer que ya no podemos hacer nada más y queremos huir; cuando lo que tenemos que hacer es volver a mirar a Jesús, simplemente cambiando el ángulo de enfoque.

Estoy muy agradecido con Dios y con vosotros.

«Él les dijo: “Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.» La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces» (Juan 21, 6).

Bendiciones y gracias. Rezo por vuestra Comunidad. La Paz.

Pablo.

¡Cuánta unión, cuánta Paz, cuánta alegría!

TESTIMONIO #052

¡Fue una pasada!

Se movía el Espíritu de Dios, se sentía a la Virgen…, ¡pese a las inclemencias del wifi! Fue una experiencia preciosa, todos lanzados al final unidos, bailando y cantando, tocando todos esos instrumentos.

¡Qué fuerte!

El Espíritu Santo se derramó. ¡Cuánta unión, cuánta Paz, cuánta alegría! Fue sorprendente, ¡ahí comenzó nuestra Alabanza personal!

¡Que bendición!

¡Gracias Madre, alabado seas, Señor! Gracias a Sonsoles y al padre Salva por instruirnos, ¡y enhorabuena a todos, por dejaros llevar!

¿Cómo podré agradecer tanta bendición?

TESTIMONIO #051

La primera Palabra que se me dio en el bus fue la siguiente, Isaías 57, 18-19: «Sus caminos vi. Yo le curaré y le guiaré, y le daré ánimos a él y a los que con él lloraban, poniendo alabanza en los labios: ¡Paz, paz al de lejos y al de cerca! Yo le curaré

En esta peregrinación a Fátima siento que he sido tan bendecida inmerecidamente, que sólo puedo dar Gloria a Dios. Desde el primer momento el Espíritu Santo ha ido guiando mis pasos, poniendo a las personas indicadas en cada momento, cada conversación, cada detalle. De camino en el bus nos repartieron el librito de oraciones de sanación. Y le comenté a la mujer que tenía al lado que hacía tiempo que estaba rezando la Oración a la Virgen para Desatar nudos. Y me dijo: «Tienes que hacer la novena.» Al llegar al hotel la busqué por internet y me la guardé.

El primer día, a las 7h me desperté con el sonido de las campanas y me puse a rezar la novena. Y así cada mañana, antes de empezar la alabanza, yo ya iba de la mano de la Virgen. Y cuántos nudos fue desatando sin casi darme cuenta… Y cuánto me ayudó un detalle insignificante en el primer desayuno a hacer renuncia, ya que la otra persona prefería la mermelada, igual que yo. Pero pensé, Señor, aquí me estás poniendo una oportunidad para que renuncie a mis apetencias. Y le ofrecí todos los desayunos con lo que menos me apetecía y me limité a comer lo justo esos días. Lo que no me imaginaba era que esto que parecía no tener importancia me llevaría a centrarme de lleno en las oraciones de renuncia del pasado con tanta profundidad y la liberación interior que me supuso. Y así fue como poco a poco fui entrando del modo peregrinación al modo retiro, apagando el teléfono, eliminando distracciones, abriendo el corazón a lo que el Señor me quisiera regalar.

Y aunque este retiro era la segunda vez que lo hacía, lo he vivido como si fuera todo tan nuevo, que yo misma me sorprendía. Porque me doy cuenta de que el Señor va sanando en cada oración, en cada Adoración. Y el Espíritu Santo lo hace todo nuevo. Cuando el padre Salva explicaba que Jesús está en todos los paritorios del mundo, empecé a llorar casi sin saber por qué. Me conmovió, porque Jesús conoce nuestro corazón y aprovechó ese preciso momento para sanar una herida que llevaba en mi interior por mi trabajo, que es precioso cuando las cosas salen bien, pero muy duro cuando no se consigue salvar esa vida que acaba de nacer. Y el Espíritu Santo seguía haciendo… hicimos la oración de sanación del vientre materno. La vivencia fue muy diferente a la primera vez, porque lo viví con mucha paz, aunque finalmente me tuvieron que ayudar a levantarme. Pero con humildad y mirando al Santísimo, le dije: «Señor, por eso estoy aquí, para que sigas sanándome.» Y fue un regalo cuando empezaron los testimonios, porque el padre Salva explicaba que el testimonio ayuda al que lo cuenta y aumenta la fe de la asamblea. Y enseguida empiezo a notar una taquicardia y un calor que me impulsaba a levantarme. Y me lo confirmó una persona que se giró haciéndome señas de que saliera. Y sin darme cuenta me vi delante de todos, con el micro en la mano, dando gracias a Dios por la historia de amor que ha hecho en mi vida. Porque tiene un plan para cada uno desde antes de nacer. Que hemos sido creados no por casualidad, sino que Dios ha pensado en cada uno de nosotros desde antes de la creación. Y en general son unas palabras de ánimo muy bonitas, pero que para mí tienen más sentido, porque si mi madre nos hubiese abortado a mi hermana gemela y a mí, no hubiésemos nacido, pues a nuestros 4 hermanos mayores ya los habían separado de la familia antes de nacer nosotras. Pero Dios lo hace todo bien. Y pensó en otra familia que nos estaba esperando con los brazos abiertos. Y yo que soy tan discreta me veía delante de la asamblea contando mi vida para Gloria de Dios, arrastrada por el Espíritu Santo, que me fue poniendo las palabras que tenía que decir. Y a la vez viendo lo protegida y amada que he sido desde siempre por Dios Padre y María Madre.

Y el Señor me siguió bendiciendo, confirmándome con su Palabra lo que iba viviendo. En la última Adoración me regaló la Palabra que resume mi vida, en Efesios 1, 3-14: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en Él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado. En Él tenemos por medio de su sangre la redención, el perdón de los delitos, según la riqueza de su gracia que ha prodigado sobre nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad según el benévolo designio que en Él se propuso de antemano, para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra. A Él, por quien somos herederos, elegidos de antemano según el previo designio del que realiza todo conforme a la decisión de su voluntad, para ser nosotros alabanza de su gloria, los que ya antes esperábamos en Cristo. En Él también vosotros, tras haber oído la Palabra de la verdad, el Evangelio de vuestra salvación, y creído también en Él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es prenda de nuestra herencia, para la redención del pueblo de su posesión, para alabanza de su gloria.»

Y el Espíritu Santo seguía sanando. Doy gracias a Dios y pido por cada uno de los sacerdotes que nos acompañaron en esta peregrinación. Ha sido una bendición muy grande. El Señor tuvo a bien regalarme una experiencia preciosa que no era capaz de entender hasta que llegamos a casa. Y en mi parroquia, delante del sagrario le pedí al Santísimo que me diera discernimiento. Y así lo hizo. Cada vez que el padre Fray Pablo rezaba por mí, que fueron muchísimas, sentía que era el mismo Jesús el que se acercaba y me bendecía con sus manos. Y el Espíritu Santo entraba suavemente en mí, como pidiéndome permiso, para que yo, entrando en diálogo con Jesús, le dijera «Sí, Jesús, entra en mi vida y derrama tu amor en mi corazón. Ven, Espíritu Santo y hazlo todo nuevo». El Señor me regaló ver en sus ojos esa mirada de misericordia, de ternura que se cuenta de Jesús en los Evangelios. Esa mirada de amor a los hermanos que sustituye las palabras. Ha sido una experiencia viva de descubrir a Jesús en el sacerdocio.

Y la última Palabra que sella todo lo vivido fue 2ª Timoteo, 6-7: «Por eso te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos dio el Señor un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza.» Y siguiendo unos versículos más, el Señor me da luz para lo que está por venir: «No te avergüences ni del testimonio que has de dar de nuestro Señor, ni de mí, su prisionero; sino al contrario, soporta conmigo los sufrimientos por el Evangelio, ayudado por la fuerza de Dios, que nos ha salvado y nos ha llamado con una vocación santa, no por nuestras obras, sino por su propia determinación y por su gracia que nos dio desde toda la eternidad en Cristo Jesús.»

Y al terminar de escribir lo que ha sido mi peregrinación en Fátima me viene este canto que lo resume todo:

¿Cómo podré agradecer tanta bendición?
¿Cómo podré responder a tu amor?
Levantando mis manos, Señor.
Declarando que Tú eres Dios
y dejándome llevar
por el soplo de tu amor.

Y alabándote, y alabándote, y alabándote Señor, Mi Dios.

¡Gracias Jesús, gracias María, por tanta bendición!

Rocío.

Una puerta abierta de gracia y bendición

TESTIMONIO #050

El retiro de Fátima, para mí, fue muy especial porque en ese lugar había una puerta o hay una puerta abierta de gracia y de bendición de Dios para el mundo. Un cielo abierto que permite que nuestro corazón se disponga para ser canal de gracia, se ensanche, se renueve y se purifique para poder recibir la revelación que Dios Padre quiere revelar a cada uno de sus hijos. Para mí personalmente, en medio de todas mis vivencias puedo destacar que el Espíritu Santo me fue guiando a una revelación de la fidelidad de Dios en los últimos tiempos y el cómo mantenerme fiel aún en medio de la persecución. Me mostró un cielo nuevo y una tierra nueva (que puede ser también que mi corazón estuviese más abierto y renovado para recibir esa gracia de Dios), al igual que su plan de salvación y de redención que tiene preparados para el fin de los últimos tiempos, enseñándome a lo que estamos llamados como miembros del cuerpo de Cristo: profecía, a la revelación del libro del Apocalipsis y a ser precursores como Juan el bautista, precursores para otros que vienen detrás.

El fin de los tiempos no es otra cosa que preparar la tierra para la venida de Jesús. Jesús primero se va a revelar como esposo (y ya lo está haciendo en muchos corazones), el amor de Dios como esposo y esa fidelidad que le acompaña; aunque seamos infieles Él siempre permanece fiel. También el tema de la fidelidad para que cuando seamos perseguidos nos mantengamos fieles. En todos los momentos de oración, en las Eucaristías, Adoraciones, efusión, en la capellina, en el Via Crucis y en mi oración íntima; estuve todo el tiempo guiada por el Espíritu Santo hacia el libro del Apocalipsis. Porque a través de este libro es Dios Padre dándonos la revelación de Su Hijo Jesús. Eso era lo que yo sentía que Dios Padre quería revelarme. Es el único libro en toda la Biblia que tiene una bendición para el que lee, guarda y escucha esta profecía. (Cada revelación que yo iba teniendo la iba verificando con la Palabra de Dios; creo que el Señor esto es lo que quiere para que no nos confundamos). Constantemente me venía la palabra discernimiento.

Apocalipsis 1, 3: «Dichoso el que lea y los que escuchen las palabras de esta profecía y guarden lo escrito en ella, porque el Tiempo está cerca.» Dios da una gracia muy grande con esta promesa. En uno de los momentos de oración en la capilla vi cómo me entregaba este libro (ya me ha pasado con otros libros con los cuales he soñado y he visto en momentos de oración) y sentí que me dijo: «Esta es una perla que tienes que cuidar y cultivar para que llegado el momento puedas enseñarlo a los demás. Donde brillará con tanta luz que todos quedarán impactados. (Ahondar en el Apocalipsis). No hace falta que entiendas todo, pero sé obediente en todo. (Sentí de parte del Señor).» El Apocalipsis es un libro para los sencillos y no sabios. No es que esté mal ser sabio, pero Dios quiere valerse de los sencillos. 1 Corintios 1, 27: «Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo para confundir a los sabios. Y ha escogido Dios lo débil del mundo, para confundir lo fuerte.»

En la medida que sentía que tenía que estudiar este libro (que aún no lo he hecho; solo he verificado las palabras que el Señor ponía en mi corazón porque sentía que me decía que toda revelación y palabra que me fuese dada tenía que ser verificada. Y que estudiar el Apocalipsis tenía que hacerlo dependiendo absolutamente del Espíritu Santo (Juan 16, 13: «Él nos guiará a toda verdad»). El secreto está en la humildad para que Él nos enseñe y nos guíe a esa verdad. Me mostraba que la intimidad con Dios es muy importante, porque ahí en el lugar secreto entre Él y yo es donde Él se muestra resplandeciente y que a medida que más nos acercamos a Él, necesitamos más ojos espirituales para verle. Cuanto más cerca estés de Él, te transformas y Él te da más entendimiento y sabiduría. De ahí esta palabra. (El que está sentado en el trono es Dios Padre). Apocalipsis 4, 8: «Los cuatro Vivientes tienen cada uno seis alas, están llenos de ojos todo alrededor y por dentro, y repiten sin descanso día y noche: Santo, Santo, Santo, Señor, Dios Todopoderoso, Aquel que era, que es y que va a venir.» El Espíritu Santo es quien me ha ungido para darme revelación y esto es para todo el cuerpo de Cristo, pero se necesita esa intimidad con el amado (1ª de Juan 2, 20). Sentía que me decía que siga orando por más revelación y que enseñara a los demás que este era el secreto. Y me dio esta palabra de 1ª de Juan. Todo el tiempo mantuve una guía con Él a través de la palabra de Dios, que ha sido la lámpara que me ha iluminado en Fátima y me ha hecho conocerle más y enamorarme más de Él. Luego me regaló esta palabra. Sentía que me iba guiando por ella y cada versículo que me daba iba entrelazado con toda la vivencia y revelación que yo iba teniendo.

Efesios 1, 17: «Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle perfectamente.» Sentía que me decía que era muy importante una correcta revelación de los últimos tiempos para no tener miedo, porque había sido el enemigo quien se había encargado de crear miedo con este libro para que no estuviésemos preparados ni hiciésemos lo que tenemos que hacer para prepararnos para esta nueva etapa de la venida de Jesús (yo no creo que esté en ese momento, pero que sí nos estamos encaminado a ello; entonces todo este conocimiento tenemos que dejarlo como legado y ser precursores del camino para los que vienen detrás de nosotros). Nuestro entendimiento para este final de los tiempos nos llevará a accionar de una u otra manera. Tenemos que pedir mucho discernimiento y no estropear el plan de Dios, porque hay muchas cosas que podemos estropear y me daba el ejemplo como cuando Pedro cortó la oreja del soldado (no quería dejar que se cumpliera la voluntad de Dios, por eso tenemos que estar atentos y no tener miedo, porque hay cosas que tienen que pasar para que se cumpla lo dispuesto por Dios para la venida de Su hijo Jesús). Este libro del Apocalipsis también revela la victoria de Dios sobre el enemigo, por eso Dios nos invita a escudriñar Su palabra. Las interpretaciones se quedan para cada uno. Tenemos que entender el propósito de estudiar el Apocalipsis; más que el qué, es el para qué. Hay misterios que serán revelados en ciertos momentos y no nos los revelará desde ahora porque Dios nos conoce y por nuestro bien no nos da toda la revelación. El propósito de entrar en este libro profético y revelador es que se despierte un entendimiento de que Jesús viene y tenemos que prepararnos bien. Una vez Dios ya destruyó la tierra y prometió no volver a hacerlo. Me regaló la palabra de Jeremías para que mi alma estuviese en paz. Así lo sentí por otras vivencias que tuve que ya compartiré más adelante. Jeremías 4, 27: «Porque así dice Yahveh: Desolación se volverá toda la tierra, aunque no acabaré con ella.» Hay una coherencia grande entre todos los libros de la Biblia; el libro del Apocalipsis guarda mucha relación con el libro de Daniel, quien lo escribió miles de años atrás. Esto muestra la evidencia de Dios que de generación en generación le habla a su gente. Y me regala esta palabra:

2 Pedro 1, 19: «Y así se nos hace más firme la palabra de los profetas, a la cual hacéis bien en prestar atención, como a lámpara que luce en lugar oscuro, hasta que despunte el día y se levante en vuestros corazones el lucero de la mañana.» 2 Pedro 1, 20: «Pero, ante todo, tened presente que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia.» 2 Pedro 1, 21: «Porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios.» Cada día fui entendiendo cosas y después, cuando llegué a casa, lo primero que hice fue escribir y seguir verificando con la palabra de Dios lo que escribía. Han sido momentos difíciles porque he tenido mucho ataque del enemigo para hacer este escrito, con lo cual me hace pensar que no quiere que yo lo dé a conocer, pero como siempre Dios sale en nuestra ayuda y para su Gloria he podido dejar plasmado algo de aquello que pude vivir en Fátima.

Escrito: El libro de Apocalipsis revela la gloria de Jesús (Apocalipsis 1, 1) y para preparar a la tierra para Su venida. Jesús en este tiempo nos está revelando los detalles esenciales para equiparnos con el fin de participar plenamente en con Él. Apocalipsis es: revelación de la Gloria de Jesús, de la Gloria de la Iglesia, de la Adoración y alabanza celestial, del plan de batalla de Jesús, de los juicios, de Dios sobre el maligno y su ejército y el establecimiento del reino eterno, de los cielos y la nueva tierra. Estamos entrando en un nuevo mover del Espíritu que es la profecía del libro de Apocalipsis, donde se describe el poder que el Espíritu Santo va a derramar a través de la Iglesia como pasó en la Iglesia primitiva y está descrito en el libro de los Hechos. Libro del Apocalipsis: libro de los hechos de los últimos tiempos.

Apocalipsis es el plan de batalla de Jesús para hacer que el pecado escondido en el corazón del hombre salga completamente a la luz y luego echar la maldad fuera del planeta. Los juicios de Jesús son derramados para remover todo lo que obstruye el amor. Él está en batalla para poder llevar a cabo Su boda (las bodas del Cordero). Características de Jesús reveladas en el Apocalipsis cuando se revelan los últimos tiempos que están revelados en el Apocalipsis. No tenemos que frenar lo que Dios va a hacer en la tierra. La Gloria de Jesús y su plan maestro para llevar la tierra de cómo está a lo que profetiza la Biblia. Apocalipsis 15, 4: «Todas las naciones le Adorarán.» En el Apocalipsis está el plan de Dios.

Esta transformación está para hacerla con la Iglesia. Por eso el diablo ha enviado películas y todo en contra del Apocalipsis. Armas espirituales desatan victorias permanentes y eternas. Qué es Apocalipsis: revelación de Jesús Cristo. Una persona llamada Jesús. El enemigo se ha metido ahí, para que no se entienda. El tema es tener la revelación correcta de quién Dios es. Esta revelación la da el Padre. ¡Es el Padre hablando de Jesús! Los Evangelios son los discípulos hablándonos de Jesús, pero el Apocalipsis es el Padre hablándonos de Jesús. El enemigo no quiere dejarnos que Papá Dios nos hable de Su hijo para que no nos enamoremos de Él y no se realice la voluntad de Dios. Estamos llamados a entender el plan de Dios; es ver a Dios sin velo, ver el plan de Dios, ver como Dios va a acabar con el enemigo y el pecado sin velo. El regreso de Jesús sin velo, la eternidad sin velo.

Revelación que nos transforma. Descubrimiento de la Gloria de Jesús. Enlazo aquí otro escrito en el cual el Espíritu me sumergió que es el tema de la profecía a la que estamos llamados como cuerpo de Cristo. El don de profecía no es solamente dar una palabra profética a una persona o a una asamblea, sino enseñar a la Iglesia a vivir la verdadera vida de Jesús. Ser guiados y movidos por el Espíritu Santo, escuchar la voz del Padre y darla a conocer a otros. El propósito de este don es traer la realidad de Dios al mundo natural. Cuando el mover profético se activa, los milagros se manifiestan.

El enfoque de este don es traer la fresca revelación del corazón de Jesús. Es sentir y mostrar su corazón. Aunque gran parte de la profecía Bíblica tiene que ver con el futuro, gran parte de ella está enfocada en traer una viva manifestación de aquello que ocupa el corazón de Dios. Sus deseos, su voluntad, sus exhortaciones, sus juicios, su amor. La Biblia es la profecía más segura, y que expresa la naturaleza de Dios en plenitud. El entendimiento de los tiempos es una pieza esencial en este ministerio profético. 2 Pedro 1, 19: «Y así se nos hace más firme la palabra de los profetas, a la cual hacéis bien en prestar atención, como a lámpara que luce en lugar oscuro, hasta que despunte el día y se levante en vuestros corazones el lucero de la mañana.» 2 Pedro 1, 20: «Pero, ante todo, tened presente que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia.» 2 Pedro 1, 21: «Porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios. La verdadera naturaleza del don profético es pasión por el corazón de Dios. El apóstol Juan escribió en Apocalipsis 19, 10: «Adora a Dios porque el testimonio de Jesús es el Espíritu de la profecía.» La profecía tiene que ver con revelar el corazón, el carácter y el sentir de Jesús en medio de los tiempos.

Os pido mucha oración por mí y también os invito a pedir al Espíritu Santo que os guíe a través de la palabra de Dios, porque es el mismo Dios guiándonos, y este regalo no es solo para mí, es para todos. Gloria al Padre, al hijo y al Espíritu Santo. En todo momento me sentí acompañada y protegida por Mamá María, quien fue la que peleó la batalla por mí para que yo pudiera entender y proclamar la grandeza de Dios, a través de cada momento vivido en ese lugar celestial escogido por Dios para que la Santísima virgen maría venga a ayudarnos, a interceder por nosotros y a formar su ejército de apóstoles renovados para un nuevo Pentecostés que la Iglesia católica necesita y que está en el plan de Dios que se cumpla. Muchas gracias.

Doy gracias a Dios por todos los sacerdotes que vinieron a Fátima, porque fueron invitados por la Virgen María para que sean ellos los precursores de este ejército de los últimos tiempos y a cada uno ya ha encomendado una misión para llevar a cabo, siendo los guías en la tierra para la nueva Iglesia que se está formando: La renovación de la Iglesia católica con sacerdotes ungidos y guiados por el Espíritu Santo.

Bendiciones.

P.D.: Tanta revelación e intimidad no nos sirve de nada si no amamos a nuestro hermano. «Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo» (Mateo 22, 37b-39). El amor es la base de todo y donde se muestra el verdadero fruto de ser guiado e instruido por el Espíritu Santo. Cabe destacar la santidad a la que todos estamos llamados: «Sed Santos como yo soy Santo» (1 Pedro 1, 16).

«Espíritu Santo, ven sobre mí con Tu Poder. Estaré atenta y abierta. Quiero ser una bendición para los demás y sin tus gracias, sin tus dones y sin tus carismas esto es imposible. No quiero brindarme a mí, quiero brindar lo que Tú das. Aspiraré, desearé y procuraré tener mi corazón abierto y mi mentalidad abierta para que fluyas en mí y así los demás puedan alabarte a ti, al ver que operas a través de pequeños como yo. Estoy lista. Estoy en espera. Estoy como en una constante vigilia de Pentecostés. Estoy despierta. Derrámate con Poder y utilízame como quieras. Yo quiero ser Tu canal de Amor. ¡Amén!»

Gracias Papá Dios. A ti toda la Gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Adri (hija amada de Dios, protegida y cuidada por Mamá la Virgen María y guiada por el Espíritu Santo. ¡Esposa de Cristo!).

Mensaje de paz, esperanza, misericordia y amor

TESTIMONIO #049

Acojo en fe tres palabras que se dieron en la Adoración el pasado domingo. Carmen, la madre del hijo y la familia peruana.

Fue muy fuerte escuchar todo esto y estamos infinitamente agradecidos con Dios. Hoy se cumple la palabra esperanza en nuestra familia. Ustedes son sembradores de la buena semilla de Dios. Muchas gracias por el bien que hacen. Nuestra vida va cambiando el rumbo gracias a Dios. Porque nuestro hijo ha decidido que va a aceptar nuestra ayuda y quiere cambiar. Gloria a Dios.

Sigan por favor llevando al Señor a cada hogar y transmitiendo su mensaje de paz, esperanza, misericordia y amor que tanta falta hace.

Dios les bendiga.

Carmen y familia (peruanos de corazón, pero de nacimiento españoles con ancestros peruano-español).

Testimonio de Pentecostés

TESTIMONIO #048

Comienzo dando gloria a Dios. ¡A su Espíritu Santo! ¡Gloria a Dios! Por su amor y misericordia infinita.

Contaré mi experiencia en Pentecostés, pero antes quiero contar parte de la experiencia que he venido viviendo unos meses previos a ese día. Sin esto no tendría sentido mi vivencia en Pentecostés.

Por mucho tiempo he vivido con dudas y miedos; miedos que estancaban mi vida personal y espiritual.

Creía que el Señor podía actuar y hacer cosas en los demás menos en mí, pensaba que el Señor pasaría de largo y tenía miedo de sentirme defraudada. No daba apertura a su acción.

En noviembre del año pasado, en mi cumpleaños pedí al padre que hiciera una oración de bendición por mí, el Señor puso ese deseo en mi corazón, no lo dudo. Era la primera vez que lo anhelaba, sin dudas ni prejuicios.

Ese día tuve un pequeño descanso, me di cuenta en ese momento que hacía tiempo que ya no confiaba en el Señor, el dejarme ir fue como un desprenderme de mí misma, de mis propias fuerzas y seguridades. Sentí que volvía a los brazos del Señor… Era como un volverme al Padre.

Después de eso, cuando iba a la Santa Eucaristía era como si el Señor me hablara y me animara a través de las homilías del padre Salva… me llegaban al corazón.

Desde aquel momento también comencé a vivir las Adoraciones de una manera diferente, el Señor iba abriendo mi corazón, y yo le pedía que aumentara mi fe, pues habían momentos que me venía abajo, era como un volver a mi sequedad espiritual, a mis miedos y frustraciones.

En más de una ocasión hablé con el padre Salva, y cuando hablaba con él, al transcurrir los días, era como si el Señor me daba respuestas y me habría camino… me daba luz para entender ciertas situaciones de mi vida… y comencé a desear más y más un encuentro con el Señor.

Todo me invitaba a ello; el padre, la gente con la que comparto en la Parroquia. Yo veía en ellos la acción del Espíritu Santo, veía tanta alegría en sus rostros… y además una gran devoción por la Virgen María. Veía una convicción en su fe… y yo comencé a desearlo, a pedirlo sobre todo, pues mi fe ha sido muy inestable, sobre todo la he vivido a la sombra de los demás y siempre a medias. Sentirme en un constante «volver a lo mismo» me mortificaba.

En enero comencé a acercarme a la Virgen, a rezar a diario el Santo Rosario, a pedirle su intercesión; estaba pasando por unos días muy oscuros en mi vida personal y espiritual, me sentía en un abismo, me resultaba imposible salir de esa situación. Era como si la vida se me consumiese. Pero el Señor puso en mí la voluntad de pedir intercesión y ayuda a Nuestra Madre del Cielo.

Comencé a experimentar un cambio en mi vida, calma en mis pensamientos. Los miedos que tanto me dominaban y agobiaban se iban poco a poco, enseguida lo noté (pues aquello se había convertido en mi pan de cada día). Desde ese momento experimenté más cercanía al Señor… veía su mano en mi vida. Yo no paraba de decirle a mi familia: «El Señor me ha escuchado… El Señor me ha escuchado.» Ellos notaron en mí un cambio.

Al final veía que el Señor me daba más de lo que le pedía, pues me iba dando otras gracias. El Señor me concedió más amor y cercanía a Nuestra Madre del Cielo y más confianza en Él.

Experimentaba tanta alegría… lo que yo veía imposible el Señor lo había hecho realidad. Fue para mí un milagro patente.

Cuando ya nos íbamos acercando a Pentecostés, sentía como cosquillas en el pecho, yo ya no pensaba ni sentía como antes (pues en el Pentecostés pasado me dominaron la duda y el miedo), esta vez fue diferente… sabía que ese día iba sentir la presencia del Espíritu Santo, y yo quería vivirlo como nunca, mi corazón y me mente se abrieron a Él.

En esos días me preparé con la novena al Espíritu Santo. Pero antes de eso venía pidiéndole al Señor que yo quería sentirme amada por Él, quería experimentar su amor.

En las homilías el padre Salva lo decía mucho, e insistía con eso, y yo me decía: «Yo no vivo el amor de Dios así, sé que me ama, me lo dicen… pero no lo vivo.» Y eso me hacía sentir incompleta, pues yo conocía mi realidad, y esa realidad me hacía ver que lo necesitaba, pero que no lo vivía.

Llegó Pentecostés, y yo sentía mucha alegría.

Le dije al Señor: «Lo que tú quieras… solo déjame sentir tu Espíritu.» Mi corazón lo anhelaba, yo sabía que Él iba pasar, y que me iba a tocar, tenía esa certeza.

Desde el primer instante experimenté alegría. Aunque ya había estado en un Pentecostés antes, para mí aquello era nuevo, pues no iba pensando en si iba a suceder «esto» o lo «otro», quería dejarme sorprender por el Señor. Ese día tuve la oportunidad de confesarme y me dije: «Hoy sí puedo decir que estoy preparada.»

En el momento de la alabanza me invadió un gozo como nunca, saltaba, alzaba los brazos, abría mi boca hasta donde más no se puede, era un gozo que no podía albergar… y aún así sentía que me quedaba corta. Mi corazón sentía gratitud hacia el Señor por las maravillas que venía obrando en mi vida.

Terminó la alabanza y me sorprendí. Nunca había vivido algo así, tanta alegría, tanta libertad. Después del descanso, nos volvimos al templo y sabía que venía aquel momento tan esperado…

El padre Salva nos sugirió cambiarnos de sitio. A mi lado no tenía a ningún conocido o familiar, pero algo me llamaba a cambiarme de sitio, a pasarme a la siguiente banca, y como aquello me insistía, lo hice… me quedé tranquila.

Comenzaron a orar, a invocar al Espíritu Santo. Sentía el cuerpo como «blando» y un hormigueo tenue. Pedía al Espíritu Santo con mis palabras… En ese momento, el padre Jorge se acercó a mí (mi corazón comenzó a palpitar como cuando sabes que vas a vivir algo nuevo), pronunció unas palabras que jamás olvidaré: «El Señor te ha liberado», dijo el padre, y yo repetí al instante: «Sí, el Señor me ha liberado» (algo en mí me llamaba a afirmar y dar crédito a esas palabras, sé que era el Espíritu Santo actuando en mí).

«El Señor te ama», dijo después. En ese instante algo se removió en mí, en todo mi ser… vino a mi mente lo que el Señor venía haciendo en mi vida, me sentía tan pequeñita en medio de tanta grandeza y misericordia, sentía deseos de llorar, pero enseguida mis labios se abrieron y dije: «¡Sí! El Señor me ama.» En ese momento sentí que mi garganta se expandía y comencé a gritar diciendo: «¡El Señor me ama! ¡El Señor me ama!» No podía callarlo… ni pensé en callar.

No sé cuántas veces lo dije, pero sentía que algo en mí se saciaba, como cuando tienes mucha sed y tomas agua… Sentí esa misma sensación del primer sorbo en la garganta.

Enseguida sentí mis manos como dos grandes bloques, a la vez como adormecidas, no podía moverlas… y seguía diciendo: «El Señor me ama», pero en voz baja.

En ese momento se acercaron hermanos de la Comunidad y escuché al padre Salvador decir: «Paz… di Jesús, di Jesús.» Luego una chica de la Comunidad me dijo: «Descansa en el Señor.»

Me quedé tumbada en la banca y una tranquilidad invadió mi ser. Después de varios minutos me incorporé y vi al Señor, a Jesús Sacramentado, ahí, enfrente… en el altar. Mis ojos se fijaron en Él… sentía paz y calma, todo mi ser experimentaba quietud.

Cuando todo terminó, yo no quería irme, ninguno de los que estábamos ahí lo queríamos. Yo deseaba que ese momento se extendiera más.

Al llegar a casa me volvió el gozo, algo dentro de mí me pedía alabar, mi corazón sentía gratitud por la experiencia que había vivido; entonces comencé a alabar, a cantar… levantando mis manos. Experimenté de nuevo aquel gozo.

En ese momento comprendí que el Señor me había concedido aquello que le había pedido; sentir su amor, vivir una experiencia de su amor a través de su ¡Espíritu Santo! y a la vez me confirmaba que me había liberado de mí misma; de mis miedos y pensamientos negativos. Así lo creo, así lo vivo.

¡Soy una mujer bendecida!

No dejo de decir que el Señor siempre da más de lo que le pedimos. Me ha concedido más amor a la Eucaristía, y plena certeza de que está ahí presente; ¡es un regalo maravilloso!

Pentecostés ha venido a reafirmar mi fe, a darme esa convicción que tanto deseaba vivir. A sido un acontecimiento muy importante, le ha dado otro sentido a mi vida espiritual y personal.

Gracias le doy al Señor porque he palpado su misericordia y amor en mi vida. Gracias le doy por formar parte de la Parroquia de San Ramón, por tener como párroco al padre Salva (es una bendición), por toda la Comunidad que forman, por el padre Jorge, a través de él también he sentido la acción del Espíritu Santo.

Son un vivo instrumento del cual el Señor se vale para actuar en nuestras vidas.

¡Todo sea para la gloria de Dios! ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a su Espíritu Santo!

Gricelda Medina Maldonado.

Desapareció el dolor

TESTIMONIO #047

Buenas tardes:

Quiero dar gracias a Dios por sanarme en la Adoración de ayer; la encía, que tenía una especie de llaga alrededor de la muela del juicio, me dolía mucho al comer y tenía la mucosa con relieves, típico de la inflamación, y durante un canto de alabanza noté como un escozor; me noté la mucosa lisa y desapareció el dolor, un gran alivio.

Gloria a Dios.

Elodia.