TESTIMONIO #200
¡Hola!
Necesito compartir la obra de Dios en mí… ¡a través de vosotros!
Os conozco desde que empezasteis a caminar, como niños pequeños llenos de entusiasmo e ilusión, guiados por la fuerza y el impulso del Espíritu Santo.
Y yo también aprendí a caminar con vosotros.
Os he visto crecer y madurar año tras año, alimentándoos sin cesar de Aquel que es el Pan de Vida Eterna: Cristo.
Y yo también he crecido con vosotros.
Os he visto luchar en medio de fuertes tempestades, refugiándoos con valentía en los brazos de Aquel que ha vencido la muerte: Jesús, el Señor.
Y yo también he logrado vencer mil batallas, luchando codo con codo a vuestro lado.
Así que solo puedo dar gracias por haberos conocido, y por dejarme formar parte de vuestra familia.
Una familia que cada día crece más y más.
Sí, porque si os detenéis, tan solo por un momento, para echar la vista atrás, podréis ver a todo un ejército de testigos que canta con alegría «¡Hemos conocido al Señor!».
Sí, hemos conocido al Señor y sus maravillas, gracias a vuestro sí al Señor.
Gracias a vuestra misión.
Así que…
¡Adelante con todo!