TESTIMONIO #068
Queridos hermanos:
Con mucha alegría quiero compartir con vosotros un testimonio, para ¡Gloria de Dios!
En la Misa de Misericordia del domingo, mi madre siguió la transmisión atenta, esperando con mucho deseo recibir la bendición del Señor, y como ella misma me lo expresó antes de que comenzara:
«Yo sé que para el Señor no hay distancia, y aunque yo no pueda estar allí físicamente, mi corazón estará presente.»
Mi madre llevaba un año sufriendo por una atrofia vaginal severa que, según los médicos, ella es un caso excepcional porque le produce todos los malestares en conjunto, y justamente llevaba una semana padeciendo muchos malestares que le hacían desesperar.
Vivió la Misa con mucha disposición. Dice que mientras el padre oraba en un momento, dijo:
«Si alguien tiene alguna enfermedad que no se haya nombrado, que lo diga.»
Y en fe ella dijo:
«Señor, Tú conoces mi enfermedad, la pongo a tus pies. Sáname, yo creo que Tú eres el Médico de médicos y puedes hacerlo.»
Y sintió que algo se movió en su vientre. Desde ese momento ya no tiene dolor, y con mucho gozo está convencida de que el Señor la ha sanado.
Bendito y alabado sea Jesús por su amor misericordioso y gloria al poder de su Santo Espíritu. Una vez el Señor nos regala ver que sigue obrando con fuerza a través de las retransmisiones. Basta tener fe para recibir la bendición copiosa. Yo bendigo lo que el Señor ha hecho en mi mamá, y que su amor siga sanando…